Article de Javier Llopis, periodista
d'Aramultimèdia

Una joya

Javier Llopis


Aramultimèdia, 1/juny/2010

Los empleados llevan cuatro meses sin cobrar. El dueño, que actualmente está desaparecido, hace más de un año que no abona las cuotas de la Seguridad Social. El restaurante esta cerrado por falta de suministros. No hay teléfono y tampoco hay clientes.

Esta es una descripción rápida (que aparece en la práctica totalidad de la prensa provincial) del estado actual del hotel Villa de Catral, promovido por la empresa C Dosmil, propiedad de Urbano Rubio Díaz. Sí, han escuchado bien, el mismo empresario al que el Ayuntamiento de Alcoy le encargó por decreto ley el hotel de la Font Roja. A la vista de esta situación, surge una pregunta de difícil respuesta: ¿De dónde saca el PP de Alcoy estas joyas?.

De no mediar las denuncias de irregularidades, presentadas por la coordinadora ciudadana, este "empresario ejemplar" habría construido un establecimiento hostelero en el corazón del más emblemático de los parajes naturales alcoyanos. De no descubrirse que había sido condenado por una estafa inmobiliaria en Guadalajara, este bendecido lince de los negocios habría dejado ya su imborrable huella en el Carrascal, tal y como lo ha hecho en la localidad de Catral.

Todavía se recuerda la indignada carta de renuncia de la empresa a la construcción del hotel, justificando su retirada por el rechazo ciudadano a un proyecto irreprochable y altamente respetuoso con el medio ambiente. Todavía se recuerda cómo el PP alcoyano salió en defensa del promotor, acusando a la chusma roja y ecologista de espantar con sus calumnias a solventes inversores, que iban a traer la prosperidad a la ciudad. Todavía se recuerda al alcalde, afirmando que "no es obligación del Ayuntamiento investigar las empresas que quieren invertir en Alcoy".

Con estos sangrantes precedentes, resulta imposible tener un mínimo de confianza respecto a las intenciones del gobierno municipal del PP para el hotel de la Font Roja. Ni la intervención de la Diputación Provincial de Alicante, con su ejército de impolutos técnicos ambientales, es capaz de eliminar el tufo que acompaña a esta polémica obra. No hay desinfectante en este mundo capaz de acabar con la peste de una criatura que nació ya podrida.